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Ni por el iusnaturalismo ni por el iuspositivismo se justifica una eventural autodeterminación de Cataluña. Si la quisieran y no hubiera una manifiesta complicidad de Madrid en ello, tendrían que echarle huevos y acudir a una conforntación violentamente abierta, sin más. Pero con tal complicidad, es muy probable que no sea necesario recurrir a ella.
A ver, que aquí están tratando con juristas que al menos, antes de hablar estudian y se informan.
Cataluña (nosotros preferimos nominarla Putaluña en tanto es en lo que la han convertido estos golpistas, pero lo vamos a dejar en Cataluña), no tiene derecho de secesión, aunque el golpista (como cómplice del golpismo putalán) Sánchez (además de genocida por la gestión de la «plandemia»).
Podrán hacerles ver lo blanco negro y viciversa, pero señores, el Derecho Internacional es el que es y ello lo impide.
Y es que a partir de un análisis del derecho internacional (el que no tenga conocimientos que ni lo intente, sopena de acabar en un frenopático):
1.- La integridad territorial de España debe ser respetada;
2.- Cataluña no goza de un derecho de autodeterminación externa, sino que, como cualquier Comunidad Autónoma de España, sólo posee derechos de autodeterminación interna (derechos humanos y derechos de las minorías no discutibles en el presente caso);
3.- La declaración de independencia de Cataluña no viola el derecho internacional, sino que carece de efectos jurídicos concretos;
4.- No existe un derecho a la secesión para Cataluña, ni siquiera en virtud de la doctrina –aún discutida– de la secesión reparadora.
Y además, en el contexto de las organizaciones internacionales, conforme la terrorista y genocida ONU, la Resolución 1514 de 14 de diciembre de 1960 de la Asamblea General de Naciones Unidas en la que se proclamó que «cualquier intento encaminado a quebrantar parcial o totalmente la unidad nacional y la integridad territorial de un Estado o país o de su independencia política es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de la ONU, «la integridad territorial y la independencia política del Estado son inviolables».
También sobre la Declaración del Milenio, de 8 de septiembre de 2000, en la que los Estados miembros de la ONU declararon formalmente que se comprometían «a apoyar todos los esfuerzos para la igualdad soberana de todos los Estados, el respeto de su integridad territorial e independencia política, […] el derecho a la autodeterminación de los pueblos que permanecen bajo dominación colonial y ocupación extranjera, la no injerencia en los asuntos asuntos internos de los Estados».
Y a mayores, la Corte Internacional de Justicia sostuvo que el respeto a la integridad territorial entre Estados independientes «es un fundamento esencial de las relaciones internacionales», o «una parte importante del ordenamiento jurídico internacional», consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y, en particular, en el párrafo 4 del artículo 2, párrafo 4;
5.- En Cataluña no hay derecho de autodeterminación, pues no goza de un derecho de autodeterminación externo, es decir, de un derecho de secesión. No es una unidad colonial como se define en el derecho de la ONU o un territorio ocupado bajo bajo alguna forma de dominación extranjera, también según la definición del derecho de la ONU, sino una mera región de un Estado, con una población minoritaria. De suerte, que la declaración de independencia y el referéndum correspondiente son contrarios a la legislación española y a la Constitución española en particular. Como ha declarado recientemente la Comisión de Venecia del Consejo de Europa << el uso de los referendums debe respetar el ordenamiento jurídico en su conjunto. En particular, no pueden celebrarse referendums si la Constitución o un estatuto conforme a la Constitución no los prevé>>. Es más, no sólo la Constitución (o un estatuto conforme a ella) no prevé el referéndum, sino que el referéndum es manifestamente inconsistente con la indisoluble unidad de la nación española, la patria común e indivisible de todos los españoles’, proclamada solemnemente en la Constitución.
A través de su jurisprudencia, el Tribunal Constitucional ha trazado una línea clara que Cataluña no puede cruzar: Cataluña no puede pretender convertirse en un sujeto de derecho internacional. También ha establecido un equilibrio entre, por un lado, el respeto a la integridad territorial de España y las prerrogativas de su gobierno, y, por otra parte, el pleno disfrute, por parte de Cataluña, de su autonomía dentro los límites de la Constitución y del Estatuto de Autonomía.
A mayor abundamiento, lean este artículo de El Confidencial.
En resumen, mala es ésta Constitución, auténtica consagración de los intereses del NOM frente a España, que supone la imposión de la tiranía bajo formas aparentemente democráticas (degenerando en cerdocracia de cosecha propia como categoría de forma de gobierno en la que las mafias partitocráticas se revuelcan y hacen y deshacen según sus intereses), pero es el único «valladar» jurídico frentel al golpismo catalufo permitido por el no menos golpista gobierno nacional.
Obviamente si esta Constitución fuera derogada en pos de otra que consagrase un estado centralizado, como antes, nada de ésto pasaría, pero claro, la piara política no tendría lodazal en que revolcarse haciendo de la cerdocracia, repetimos, CERDOCRACIA, su forma de vida.
No en vano, para contribuir a ello, el presidente del politburó cerdocrático, el psicópata Sánchez, ya les está vendiendo, como pardillos que son en su inmensa mayoría, la Agenda 2050 que es un calco de la Agenda 2030, para que la élite pueda seguir parasitándoles más si cabe, y todo ésto, con su dinero, el de ustedes, no va a ser el de ellos, y entre éso y el que no dará explicación alguna sobre nada (ni sobre la genocida gestión de la plandemia, ni tan siquiera sobre nimiedades como el plagio de su tesis o enchufe de la Bego en la «uni» por 6.000€ al mes o las timbas que se monta en La Mareta con sus coleguis) y desde luego, «por su bien»
A modo de conclusión, queridos secesionistas y demás ignorantes que sóis legión, todo lo que no se extirpa a tiempo, gangrena al resto, y ante éso estamos: una nación desaparecida en pos del estado conformado por un aparato institucional y administrativo gangrenado, al servicio de los dictados del Nuevo Orden Mundial (NOM) deseando que perezca en pos de los estados-nación.